
Cuando durante los años treinta y cuarenta, la industria de la espartería en Cieza llegó a tener tanto auge que se convirtió en una de las más importantes del mundo, había balsas de cocer esparto por doquier. El cocimiento era una parte del proceso de transformación de esta fibra: primero, tras ser arrancada de las atochas, se había puesto a secar en las tendidas, luego con varias manadas se ataban los bultos y éstos se metían en las balsas, donde se tenían sumergidos de 30 a 40 días. Más tarde había que sacar los bultos a cuestas, chorreando un agua apestosa cuyo hedor se metía por los poros de la piel.
Actualmente, aún quedan algunas de estas balsas en funcionamiento, como estas de la Rambla del Judío.
(Ver más fotografías de balsas de cocer esparto)
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